LA ALUMNA ESTÁ LISTA

 LA ALUMNA ESTÁ LISTA

Me encanta la analogía zen de la langosta porque me siento identificada; ellas buscan rocas para romper su caparazón cuando ya no cabe en él, quedando expuestas para generar uno nuevo que se adecue a su nuevo volumen.


Hay personas que de manera inesperada se han cruzado en mi vida en momentos caóticos para dejarme las mejores enseñanzas y forzarme a crecer y generar un nuevo modelo de caparazón, hasta cierto punto creo que yo busqué a esas rocas... a quienes han sido mis grandes maestros de vida. Creo que un maestro es todo aquel que te muestra tu luz cuando te encuentras en tu propia obscuridad.


CARÁCTER:

El más importante de ellos fue mi padre: Las aventuras más peligrosas y dañinas fueron a su lado, y es que a veces quien te pone en situaciones incómodas te regala aprendizaje memorable. Me encanta recordar una situación que vivimos en el bosque cercano a su pueblo natal, con hambre, perdidos y ya mal humorados de haber estado tanto tiempo juntos, nos alcanzó un señor en su mula. Le preguntamos cómo salir de allí y nos comentó de dos caminos, uno largo directo a la salida y otro lleno de obstáculos, incluyendo víboras, más malesa, pero que pasaría por un rancho que no conocíamos.

Sin dudarlo ni discutirlo, caminamos hacia el camino peligroso con una sonrisa de satisfacción. 

Sin saberlo y de manera poco ortodoxa, me ayudó a fijarme metas, desmenuzarlas en objetivos y trabajar para lograrlos.

Él me enseñó albañilería, carpintería y me apoyó para trabajar vendiendo dulces desde los 7 años y después, atender un negocio a los 12, todo para lograr lo que me proponía.


Sus acciones me enseñaron más que mil palabras y terminaron de forjar mi carácter: intrépida, voluntariosa y perseverante.

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RAÍCES:

En 2010, luego de una operación y en el día de mi cumpleaños, me dieron la noticia de que el indicador de CA125 estaba elevado, lo que se traduce en que tenía cáncer.

A la mañana siguiente, mi amigo de universidad, me habló para preguntarme cómo me había ido partiendo el pastel. Le compartí la noticia, incrédula de que fuese cierto. Después de dos horas de camino, llegó a donde me encontraba y me llevó a escondidas a los atlantes de Tula. Aún con los puntos de la operación, dolor y moretones, subimos poco a poco hasta tocar uno de ellos.

Estando parados frente al coloso me dijo: "eres gigante, eres guerrera, vienes de los Toltecas"


Reconocer en ese momento mi identidad y raíces me dieron la motivación que necesitaría para lo que vendría.

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CONFIANZA:

Parte de los cambios que se avecinaban durante el proceso de la enfermedad, era ponerle fin a mi maestría para darle tiempo a las citas médicas y seguimiento, así que viajé con la intención de cancelar mi semestre.

A quien tenía que contarle primero para saber qué procedía, era a quien me había invitado al posgrado y que sería mi futuro asesor de tesis. Así que me acerqué con un nudo en la garganta, le conté y me respondió sin mostrar compasión: "Y luego? Para tí es una gripa...


Sus palabras, aunque no meditadas, me dejaron la gran enseñanza de la confianza en mi misma; entendí que uno crea su propia realidad y que los decretos funcionan tal y como te cuentan los milagros. No me di de baja y reconozco que fue la etapa escolar que más disfruté.

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INTROSPECCIÓN:

Una vez finalizado el tema del cáncer, ya en 2012, uno de mis jefes indirectos que había conocido en mis prácticas profesionales, me contactó y confió en mi para crear lo que sería mi primer emprendimiento: sería parte del equipo fundador, con responsabilidades que jamás imaginé.

El mayor reto, a mi corta edad y trabajando con Ingenieros que triplicaban mi edad, era salir de mi zona de confort.

Los problemas eran demasiados, me sentía poco capaz de cumplir con las expectativas, pero fueron sus palabras las que me recordaron por qué estaba haciendo las cosas, la congruencia de mis decisiones y la importancia de enfocarme: "todos buscamos lo mismo, pero pocos lo buscamos en nosotros mismos".


Cada maestro se mostró cuando estaba lista para recibir sus enseñanzas, por muy duras que fueran... en la infancia, adolescencia, enfermedad, negocios y vida misma...

A mi padre le agradezco el carácter, a mi amigo le debo la vida, a mi asesor de tesis, el desarrollo de la autoconfianza y a mi ex jefe, toda la experiencia que se refleja en mi empresa.

Hoy quiero invitarte a que seas tú el maestro de alguien más! sí, intencionalmente. Tienes el poder de cambiar y empoderar la vida de las personas, siendo tú mismo, confiando y demostrando empatía.

Las acciones arrasan, pero las palabras tienen el valor de formar líderes.

"Cuando el alumno está listo, el maestro aparece"

A mi siguiente maestro le quiero decir: Estoy lista.

2 comentarios:

  1. Excelente gris, una historia que nos deja una excelente enseñanza.
    Muchas gracias por compartir
    Mi admiración para ti

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  2. Me encanta como esreucuraste tu discurso, dividirlo en cuatro aptitudes que desarrollaste, cuatro personas que influyeron en tu vida, me encantó, y en cada Historia una lección, quizá puedes mejorar la conclusión darle más poder a tu llamada a la acción, resaltar con más fuerza el porque debemos empoderar a las personas y el poder de empoderar y motivarlas

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